Fatal error

Buah, llevo mogollón de tiempo sin escribir. Primero porque no tengo mucho tiempo y segundo porque no hay ganas, y todos los posts que empiezo a escribir salen depresivos totales. Tampoco me pasa nada emocionante, llevo una vida bastante aburrida, y lo poco interesante que me pasa pierde toda la gracia cuando lo escribo.

Por si no estaba rayada con mis cosas, este finde tuve barbacoa familiar. Estuvo bastante bien, como siempre, además este año añadimos al menú las gambas a la plancha que fueron un éxito total. Pero hubo ciertos detalles en los que me fijé y que se me quedaron en la cabeza y ahí siguen. Piensas que tu familia va a estar como siempre toda la vida y no es verdad. Cuando nos juntamos todos te acuerdas de los que faltan, de los que ni siquiera pudiste despedirte, de los que están pero no lo parece, de aquellos tiempos en los que no creías que los problemas existiesen.

Visitamos la casa de mis abuelos y fue como un viaje en el tiempo. Estos meses ha estado vacía y parece que lleva abandonada años. Me dí un paseo por el patio recordando cuando me tocaba regarlo en verano para que refrescase, porque era la pequeña de la familia. El hueco del gran pino recién talado, que nos dio sombra durante desayunos, y brisa en las noches veraniegas. El salón donde pasábamos la sobremesa, unos roncando y otras haciendo dictados y deberes de verano.

Parte de esta rayada también tiene que ver con que a la vuelta casi nos comemos un coche que venía de enfrente. Me quedé tan en shock que no pude hablar en casi todo el trayecto, mucho menos cuando mi tío se "disculpaba". Cuando ocurren cosas así es cuando te propones decir a las personas que quieres lo que sientes por ellas, aunque luego no me salgan las palabras. Me acordé de todas las personas con las que estoy distante ahora mismo, y si me pasase algo, jamás sabrían cuánto las quiero. Jamás podría pedir perdón o darles un abrazo.

Vaya, que aunque yo siempre vea el lado positivo de todo, a veces tengo días que me pongo fatalista total. Cosas que pasan.