Oh, sole mío

En estos dos años jamás me ha importado demasiado la falta de luz en Finlandia. Me parecía muy curioso que sólo tuviésemos unas 5 horas de luz y que mi hora de la comida coincidiese con la puesta del sol (sí, ese sol que no se veía). Este diciembre ya echaba en falta algunos rayos de sol pero nada fuera de lo normal. Los -28º que sufrimos el pasado invierno los viví lo mejor que pude (a pesar de mi alergia), con muchas capas de ropa.

Pero ahora, a las 16:22 de un domingo soleado, me asomo por la ventana de mi habitación en Madrid y sólo veo sol. Estos días he usado, después de tanto tiempo, las gafas de sol. Y he visitado la webcam de mi universidad en Finlandia, y a esta misma hora, es completamente de noche, lo único que dejan ver las farolas es la nieve en el suelo y no pasa un alma por el parking, todo el mundo estará ya en sus casas cenando. Claro que esto no me sorprende. Llevo desde que volví de Francia perezosa sobre volver a Finlandia. La verdad, me da un poco de bajón que ya sea de noche y haga tanto frío (aunque este invierno es como un otoño más). Punto negativo para Finlandia.

Pero en verano la noche es cortísima, punto positivo para Finlandia. Empate.