Dos buenas razones para ir al gimnasio

El gimnasio: ese lugar mágico donde los males se olvidan, el estrés desaparece, y la autoestima (a veces) sube un poquitín.

Hace ya casi mes y medio que Fiddler y yo nos apuntamos a esta especie de tortura, y sudamos codo con codo, nos picamos para ver quién levanta más peso o competimos para ver quién quema más calorías en la bici. Ayer se puso a hablar con un chico que llevaba tatuada hasta la cara de una niña (su hija??? :S) y yo, pensaba que se conocerían de algo. Cuando salimos le estuve preguntando que cómo es que ya ha hecho amistades en el gimnasio, a mí ninguna tía se me pone a hablar en el vestuario o en las máquinas. Aunque claro, yo voy huyendo un poco, que tengo conocidas o antiguas compañeras del colegio que tengo que evitar.

A lo que iba. Entre risas me comentó cómo empezó a hablar con este chico. Un día, iba yo camino de mi vestuario, y Fiddler, evidentemente, al suyo, cuando el tatuaje en persona se me quedó mirando y le hizo cierto comentario a Fiddler sobre... dos partes de mi cuerpo que al parecer le gustaron bastante. Tengo que decir que las camisetas deportivas que llevan el sujetador integrado me quedan de muerte jojojojo. Lo bueno fue cuando el chico en cuestión nos vio más tarde a Fiddler y a mí juntos, tuvo que venir a pedirle disculpas por el comentario, creyendo que era su novia. Así que ya tuvimos coña toda la noche Fiddler y yo sobre mis tetas, mientras nos zampábamos unos chopitos y nos bebíamos unas cañitas para recuperar esas calorías perdidas.

No significa nada que mi nuevo fan el chico hiciera ese comentario (qué le vamos a hacer si el chaval tiene buen gusto jajaja), pero en fin, para qué nos vamos a engañar. Sube la moral en momentos de sequía :)